Recientemente en Journal of Clinical Gastroenterology se ha publicado un estudio titulado “Clinical and Fecal Microbial Changes With Diet Therapy in Active Inflammatory Bowel Disease” (Cambios clínicos y en la microbiología fecal con dieta terapéutica en la enfermedad inflamatoria intestinal activa.)
Las enfermedades inflamatorias intestinales como son Crohn y colitis, se cree, son resultado de respuestas inmunes a cambios en la microbiota fecal (lo que antes conocíamos como flora intestinal) unido a otros factores ambientales, en personas con predisposición genética.
La causa en niños se ha asociado al uso de antibióticos que alteran la microbiota fecal y son antibióticos, la medicación eficaz para tratar las fases activas o brotes de dichas enfermedades. Aunque, la mayoría de veces lo que se prescribe es medicación que suprime el sistema inmune.
Lo que comemos tiene impacto sobre la microbiota fecal, eso es sabido, los cambios se aprecian al cabo de un solo día, pero seguir una dieta específica no está entre las recomendaciones que se hace a los pacientes, salvo pautas generales que algún médico pueda dar por iniciativa propia, a pesar que con una dieta terapéutica no existen efectos adversos y la mucosa intestinal se regenera en mayor medida.
En este estudio se ha querido analizar una de las dietas que los pacientes, por su cuenta, usan habitualmente. Se conoce como la dieta SCD o traducida: Dieta de los Carbohidratos Específicos, data de 1930 y fue desarrollada por un pediatra, Dr. Sydney Haas e hijo, para tratar la celiaquía. Aunque fue la madre de una niña con colitis severa cuya enfermedad remitió con esta dieta, Elaine Gottschall, quien la popularizó publicando en 1987 un libro titulado: Romper el círculo vicioso. Salud intestinal mediante la dieta: enfermedad de Crohn, celíaca, colitis ulcerosa. Aquí puedes leer un poco sobre la biografía de esta sorprendente madre coraje.
En el estudio, la dieta propuesta excluye todos los cereales, azúcares excepto miel, alimentos procesados, especialmente los aditivos E-433 y E-466 y lácteos, excepto yogures fermentados y quesos curados. ¿A que te suena?
12 niños/chicos entre 8 a 21 años, diagnosticados al menos 1 año antes, con la enfermedad en fase activa siguieron la dieta durante 12 semanas. A las 2 semanas, 5 de ellos ya estaban en remisión de síntomas y signos clínicos. Los resultados mostraron bajada en todos los marcadores de inflamación, proteína C reactiva y calprotectina..etc.
Analizaron los tipos de bacterias al inicio y a las 2 semanas. Cada gráfica corresponde a una bacteria, cada color a un paciente. La línea de puntos marca la cantidad promedio que suele haber en personas sanas. Si te fijas, algunas se reducen a un nivel normal, otras prácticamente desaparecen. Aparecen nuevas y algunas aumentan. El tipo de bacteria marca la diferencia entre que la dieta sea un éxito total o no, y la necesidad de que la dieta sea totalmente individualizada respondiendo a marcadores sanguíneos y síntomas.
A pesar de las limitaciones de este estudio: muy pocos participantes que seguían la dieta (o no) por su cuenta. Los resultados demuestran que la dieta es efectiva, segura y bien tolerada. ¿Que se debe seguir estudiando y afinando causas y dieta? No hay duda, pero no usarla hoy, como herramienta al tratar a estos pacientes es un error.
La dieta
Existe una infinidad de webs donde hablan de ella, pero la dieta original de Gottschall sería esta:
Esto sí:
Proteína: huevos, pollo, pavo, ternera buey, pescado, cerdo, caza, tocino, cordero
Verduras: (frescas o congeladas) espárragos, remolacha, brócoli, coles de Bruselas, col, coliflor, zanahorias, apio, pepinos, berenjena, ajo, col rizada, lechuga, champiñones, cebolla, guisantes, pimientos, calabaza, espinacas, calabacines, judías verdes, tomates y berzas
Frutas: (frescas o congeladas) manzanas, aguacates, plátano maduro (con manchas negras), frutos rojos, coco, dátiles, uvas, pomelo, kiwi, limón, lima, mango, melón, nectarina, naranja, papaya, melocotones, albaricoques, pera, piña, ciruela, ruibarbo, mandarina
Lácteos: yogur (leche fermentada), quesos curados de vaca y cabra, mantequilla, ghee y requesón drenado. (similar al yogur griego)
Frutos secos: almendras, nueces, Brasil, avellanas, nueces (sin aditivos, grasas, sal o harinas)
Legumbres: cacahuetes, judías blancas, frijoles blancos, lentejas, guisantes, habas, alubias, frijoles negros
Especias: Todas salvo las que llevan aglomerantes y/o aditivos.
Bebidas: Té, café, agua, agua mineral, agua con gas, vino seco, ginebra, ron, whisky, bourbon, vodka
Endulzantes: Miel cruda
Esto no:
Cereales: trigo, cebada, maíz, centeno, avena, arroz, trigo sarraceno, mijo, triticale, bulgur, espelta, quinoa
Carnes: jamón, embutidos elaborados, fiambres, salchichas
Verduras/Frutas: en conserva, zumos o batidos debido a la adición de azúcares y conservantes.
Legumbres: soja, garbanzos, brotes de soja, soja verde.
Lácteos: industriales o que contengan lactosa: yogures, leche comerciales, quesos crema tipo Philadelphia, feta, Gejetost, Mozzarella, Neufchatel, Primost, requesón, otros quesos para untar.
Tubérculos: patata, el ñame, batata, arrurruz, chirivía, almidón de maíz, almidón de tapioca
Especias: curry, cebolla y ajo en polvo están llenos de antiaglomerantes.
Bebidas: café instantáneo, zumos comerciales, leche, refrescos, vinos dulces, licores aromatizados, brandy, Jerez
Endulzantes: azúcar de cualquier tipo (de caña, coco, tabla, etc), jarabe de ágave, sirope/jarabe de arce, edulcorantes artificiales.
Uno de los libros que he consultado, publicado en 2016 proponía:
Es posible que una vez controlados los brotes, se puedan incorporar alimentos mientras vigilamos los síntomas, para saber cuales nos convienen y cuales no. Empezar siendo más estrictos y conocer la respuesta a las variaciones en la dieta. Este estudio (y otros, ver sus referencias) han dejado claro que cada persona con estas enfermedades puede estar a merced de una bacteria/patógeno que responda diferente a según qué alimentos.
En España, tenemos el caso de Jordi Siscar, cuyo libro os aconsejo encarecidamente (además de su blog y cuenta de Twitter) porque quien habla desde la experiencia, a veces, puede aportar mucho más que teóricos que no han pasado por según que vivencias.
Referencias:
Clinical and Fecal Microbial Changes With Diet Therapy in Active Inflammatory Bowel Disease.
Libros:
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