La osteotomía Lefort I con fijación rígida ofrece buena funcionalidad

La corrección de deformidades maxilofaciales y de atrofias o malformaciones odontológicas exige un planteamiento multidisciplinar y un diagnóstico completo inicial que descarte o confirme la necesidad de cirugía. De esta forma se pueden lograr resultados funcionales definitivos al mejorar las estructuras que interviene en el lenguaje o la masticación

 

Mediante la osteotomía Lefort I, el resultado con fijación rígida es estable y permite eludir el bloqueo intermaxilar, según ha afirmado Joan Birbe, responsable de la Unidad de Cirugía Maxilofacial del Instituto Universitario Dexeus, de Barcelona. 

 

Es un avance significativo, «ya que supone una mejora para la funcionalidad nutricional y de expresión oral y se evitan efectos secundarios en la articulación temporomandibular». Las alteraciones en tamaño «las evaluamos con una metodología multidimensional analizando las implicaciones que influyen en la corrección», ha añadido Birbe. 

 

El método de corrección consiste en impactar el maxilar hacia la parte superior mediante una osteotomía de Lefort I. Además de las maloclusiones, en el Instituto Dexeus también se intervienen pacientes con poca dimensión vertical en donde es evidente el pliegue; el problema es corregir el mentón y lograr la armonía facial. «Se corrige la alteración labial con la consiguiente mejora funcional del habla». 

 

Bastan 24 horas de ingreso y una recuperación aproximada de dos semanas para que el paciente recupere sus funciones. En algunos casos se asocian otoplastia o rinoplastia o varias osteotomías. 

 

La osteotomía de Lefort I es una técnica desarrollada, entre otros centros, por el Hospital de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos. Uno de sus principales precursores, Kirk Fridirch, ha presentado recientemente en Barcelona diversos aspectos sobre dicho procedimiento con motivo de un curso celebrado en el Instituto Dexeus y que ha sido dirigido por Birbe. La repercusión en tejidos blandos, los cambios oclusales y periodontales, así como la segmentación del maxilar frente a la expansión maxilar quirúrgica, son cuestiones cada vez más determinantes en el análisis del protocolo quirúrgico. Igualmente, la estabilidad del maxilar según el tipo de movimiento realizado, y los factores que influyen en la estabilidad y el control de la oclusión postquirúrgica son fases que deben tenerse en cuenta.

 

Coordinación 

 

Para ello es necesario el trabajo coordinado entre el ortodoncista, el cirujano y el dentista, por si fuera necesaria una restauración odontológica. En deformidad dentofacial «es preciso tratar la estructura esquelética y no sólo la alteración odontológica». La razón por la que se ha de adoptar este criterio es que en deformidades moderadas o severas se logra poca estabilidad sólo con una corrección de la posición de las piezas dentales. «Si buscamos un resultado con una colocación correcta mandíbulo-maxilar, al principio del tratamiento se ha de decidir si la opción es quirúrgica o no», ha destacado el cirujano. 

 

La preparación ortodóncica es muy distinta. El candidato a cirugía tiene por tanto una mandíbula con deformidad en cualquiera de los sentidos. El tratamiento en la adolescencia en situación por defecto es lo habitual; cuando es por exceso lo ideal es tratar una vez finalizada la fase de crecimiento. 

 

En caso de problemas transversales, la ortodoncia puede beneficiarse específicamente de la cirugía, al acortarse el periodo de tratamiento. Por ejemplo, en paladares estrechos, «si se realiza primero una pequeña intervención quirúrgica sin ingreso, como una expansión maxilar quirúrgica, la expansión se producirá en dos o tres semanas, procedimiento indicado en la adolescencia». 

 

Avance progresivo 

 

El 5 por ciento de la población padece algún tipo de deformidad dentofacial causada por malformaciones en los maxilares de la cavidad bucal. Las malformaciones pueden implicar dificultades funcionales cotidianas, como el hecho de masticar o vocalizar. Según el consenso de los especialistas, se recomienda corregir las irregularidades entre los 12 y los 19 años de edad, en función de los casos, sobre todo debido a que los pacientes suelen perder las piezas dentales de forma precoz. 

 

Las nueva técnicas son cada vez más perfectas. La investigación básica trabaja en el diseño de implantes menos traumáticos y que supongan una recuperación más rápida del paciente y sin problemas de tolerancia o efectos secundarios. 

 

La cirugía ortognática ha introducido miniplacas y microplacas de titanio, que suprimen el bloqueo intermaxilar en el postoperatorio. Uno de los estudios del equipo de Iowa, publicado en el Journal Maxillofacial Surgery Oral, ha comparado dos modelos experimentales distintos de injertos de titanio. Los expertos emplearon en modelo animal microscopía ligera, microrradiografía e histomorfometría.

Fuente: 

Toni González. Barcelona



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